SADIO GARAVINI DI TURNO
| EL UNIVERSAL
miércoles 22 de julio de 2015 12:00 AM
La controversia territorial
entre Venezuela y Guyana por el territorio Esequibo está enmarcada
jurídicamente en el Acuerdo de Ginebra de 1966, que tiene como objetivo
primordial "buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de
la controversia". Sin embargo, mientras no se logre la solución de la
controversia, el Acuerdo deja a Guyana la posesión del territorio en
reclamación, con las consecuencias y ventajas que eso significa. No
obstante, basándose en el artículo V del Acuerdo, todos los gobiernos
venezolanos desde 1966 se habían opuesto a que Guyana otorgara
unilateralmente concesiones y contratos en la zona en reclamación. El
propio presidente Chávez, el 19 de marzo y el 1 de abril de 2000,
expresó su enérgica oposición al otorgamiento de una concesión a la
empresa estadounidense Beal Aerospace Technologies, para construir una
plataforma de lanzamiento de satélites en el Esequibo. Obviamente, el
mantenimiento del
"status quo" es, para Guyana, una alternativa
preferible a un acuerdo negociado, que implicaría algún tipo de
concesión territorial a Venezuela. Por tanto, la posibilidad de
desestimular los proyectos de inversión foránea en el Esequibo era una
de las escasas herramientas que Venezuela tenía, para deteriorar las
ventajas que la posesión del territorio le concede a Guyana. En marzo
del 2004, en cambio, el presidente Chávez declaró que Venezuela no se
oponía a que Guyana otorgara unilateralmente concesiones y contratos a
compañías multinacionales en el Esequibo, si esto favorecía el
desarrollo de la región, con lo cual acabó con casi 40 años de
diplomacia venezolana y entregó unilateralmente y, a cambio de nada, una
de nuestras pocas armas de negociación. En febrero del 2007, el
presidente Chávez afirmó que la reactivación de la reclamación
venezolana sobre el territorio Esequibo en 1962, por parte del gobierno
de Rómulo Betancourt, fue producto de la presión de Estados Unidos,
supuestamente interesados en desestabilizar el gobierno autónomo de
izquierda (pero todavía no independiente) del Primer Ministro de la
entonces Guayana Británica, Cheddi Jagan. El entonces embajador guyanés
en Caracas, Odeen Ishmael, en una entrevista concedida al diario
El Nacional,
sustentándose, en esa declaración presidencial, afirmó que el
presidente Chávez debería "dar un paso al frente para retirar el reclamo
venezolano". En realidad, la posición guyanesa es una absoluta falsedad
histórica, que, en privado y me consta, no se la creen los mismos
guyaneses. La reactivación de la reclamación fue un proceso
absolutamente autónomo, dentro del gobierno venezolano, provocado por
la inminencia de la independencia de Guyana. Además, es obvio que,
siendo Guyana en 1962 todavía una colonia británica, para evitar que, en
el futuro Estado independiente, surgiese un gobierno filocomunista no
fue necesario "utilizar" la reclamación venezolana, sólo bastó que el
gobierno británico postergara la independencia hasta que Jagan perdiera
las elecciones de 1964. Chávez, muy probablemente por sugerencia de
Cuba, que desde mediados de los años '70 siempre ha apoyado la posición
guyanesa, se desinteresó completamente de la reclamación, creyendo
también que de esa forma, junto con el subsidio petrolero de
Petrocaribe, podía contar con el apoyo de los 15 países de la Caricom en
la OEA y en la ONU.
¿Por qué Maduro ahora invierte totalmente el
rumbo después de, por lo menos, 11 años de abandono de la reclamación,
habiendo además sido el Canciller durante seis años? ¿Por qué, como
afirma la prensa guyanesa y caribeña, "traiciona" el legado
internacionalista del "Comandante Supremo y Eterno"? Fundamentalmente
por dos razones: 1) El Gobierno cree que exacerbar el nacionalismo
alrededor de la reclamación puede hacerle recuperar puntos en el
alicaído apoyo popular, distraer la atención sobre el creciente desastre
socioeconómico del país y además "complicarle la vida" a la oposición
por la exigencia de la necesaria unidad nacional frente a la agresión de
la Exxon, instrumento del Imperio y de sus "títeres guyaneses". 2)
Tranquilizar y distraer al sector de la Fuerza Armada, interesado y
preocupado por el abandono de la reclamación y la defensa de la fachada
atlántica del delta del Orinoco.
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