Una
presentación realizada por el Ministerio de Ambiente de Guyana, en una
conferencia de energía en San Diego, EEUU, en mayo pasado, y que fue
obtenida por El Universal, reveló la nueva concesión a petroleras, que
afecta no solo a la fachada atlántica de la zona en reclamación, sino a
la del estado Delta Amacuro
Reyes Theis / El Universal
El Gobierno guyanés no espera por la
delimitación de áreas marinas y submarinas con Venezuela y decidió
-amparado en la inacción venezolana- entregar una nueva concesión en un
área que no solo afecta a la fachada atlántica de la zona en
reclamación, sino a la del estado Delta Amacuro.
El llamado bloque Roraima fue entregado
en junio de 2012 a la trasnacional petrolera Anadarko, pero su ubicación
se había mantenido en secreto. No obstante, una presentación hecha en mayo
pasado en una una conferencia de energía en San Diego, Estados Unidos,
de parte del Ministerio de Ambiente de Guyana y que fue obtenida por El Universal,
revela su ubicación frente a la fachada atlántica del Delta, que para
Venezuela no está en discusión y en la cual ha ejercido históricamente
soberanía con patrullaje de la Armada.
Para la asignación de la referida
concesión, Guyana aplicó en forma unilateral una línea divisoria con
Venezuela con una inclinación aproximada de 30 grados, no obstante,
fuentes de la Armada señalan que desde 1996 el Gobierno venezolano ha
asumido la inclinación de esta línea en 70 grados (Azimuth 070) y ha
ejercido soberanía sobre la zona.
“La línea no solo afecta al Esequibo (Zona en Reclamación) sino lo que es peor, nos empuja hacia el lado izquierdo, y con la delimitación con Trinidad nos cercena la salida libre al Atlántico y nos priva de centenares de miles de kilómetros cuadrados en el área marina y submarina rica en hidrocarburos y pesca”, opinó el embajador Sadio Garavini, exjefe de al misión diplomática venezolana en Georgetown y autor de publicaciones en la materia. A la entrega del bloque Roraima, se suma la reactivación de las labores de exploración petrolera en el bloque Stabroek, concedido por Guyana frente a la fachada atlántica venezolana y que habían sido paralizadas tras una protesta de Venezuela entre los años 1999 y 2000.
En Stabroek las transnacionales
petroleras culminaron las labores de levantamiento sísmico y están
llevando a cabo un proyecto de perforación. En enero pasado el
presidente guyanés Donald Ramotar se reunió con funcionarios de Exxon
Mobil y hablaron del avance de los trabajos. Por su parte, sobre el
bloque Roraima, los representantes de Anadarko se reunieron en abril
pasado con el ministro de Ambiente y recursos Naturales de Guyana,
Robert Persaud y se determinó que en el último trimestre de 2013 deben
estar listos los estudios sísmicos en dos dimensiones.
Todas estas acciones de Guyana no han tenido reacción del lado de la Cancillería venezolana,
que ni siquiera ha solicitado información sobre las coordenadas exactas
de las concesiones polémicas. “Guyana ha tomado decisiones en forma
unilateral”, advierte Garavini y añade que Venezuela debería protestar
las acciones y no reconocer ninguna inversión de trasnacionales en la
zona. El embajador retirado señala además que con motivo de la visita
que realizará mañana el presidente de la República, Nicolás Maduro, a
Guyana, el Gobierno venezolano debería aprovechar para plantear el
asunto y solicitar se retomen las negociaciones.
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