jueves, 19 de febrero de 2015

Biografias de 3 personas que en tiempos difirentes aportaron su esfuerzo por el Territorio Esequibo

Anselmo Zapata Ávila, caudillo del Yuruari

           
21 de junio de 1948.  Falleció en la población aurífera de El Callao, el General Anselmo Zapata Ávila, uno de los caudillos más recios del Yuruari con varios duelos personales de los que salió ileso y sin condena aparente dada su amistad con Gómez y Cipriano Castro.
Hombre corpulento, de robusta personalidad primitiva, curtido en las faenas llaneras, autodidacta hasta donde lo permitieron sus labores del campo. Llegó a ejercer funciones públicas tanto en la región aurífera del Yuruari como en la Vicepresidencia.  En dos ocasiones se encargó de la Presidencia del Estado.
Se distinguió como Gobernador del Territorio Federal del Yuruari posteriormente a su lance personal con el General Santiago Rodil en la plaza mayor de Guasipati. Desempeñó una curul parlamentaria en calidad de suplente y ejerció papel destacado en la Batalla de Orocopiche al lado de los Generales Domingo Sifontes y José María (El Mocho) Hernández dentro del marco de la Revolución Legalista que llevó al Poder al General Joaquín Crespo.
.        Estuvo al lado de Cipriano Castro cuando se vio a punto de ser derrocado por la Guerra Libertadora que tuvo a Ciudad Bolívar como  último reducto.  Se desempeña bien en San Félix y luego en Carúpano tras el derrocamiento del Gobierno  del General Julio Sarría Hurtado por el alzamiento del Capitán Ramón Cecilio Farreras.
Durante el Gobierno de Gómez acompañó en la Vicepresidencia del Estado al General Marcelino Torres García  y al General Vicencio Pérez Soto.  Cansado de la guerra y la política se retiró a sus hatos en el Yuruari hasta el día de su muerte y separados de sus hijos con los cuales nunca se llevó bien acaso porque ambos habían heredado su carácter duro y severo.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Fernando de Berrío

22 de junio de 1622. . En Argel y secuestrado murió don Fernando de Berrío, siendo Gobernador por segunda vez de la Provincia de Guayana. Para ejercer la gobernación fue designado el capitán general Luis de Monsalve, a quien le tocó hacer frente al segundo ataque corsario de que fue objeto la ciudad.
Fernando de Berrío, muy joven, sucedió a su padre, el fundador de la Capital de Guayana, Antonio de Berrío, pero había perdido le herencia vital de la Gobernación tras un juicio de residencia que le abrió camino a Diego Palomeque de Acuña muerto después en combate contra las fuerzas invasores de sir Walter Raleigh. El alcalde Juan de Lezama primero y Jerónimo de Grados después, llenaron el vacío del Gobernador Diego Palomeque de Acuña, hasta que Don Fernando de Berrío y Oruñas retornó por su heredad.
            Al mando de 44 soldados y tras navegar el Casanare, el Meta y el Orinoco, Fernando de Berrío se hizo presente el 11 de marzo de 1619 en Santo Tomás de Guayana con las credenciales otorgadas por la Audiencia de Santa Fe, justo a los dos años de la muerte de Raleigh.
            Su primera tarea fue la de emprender la reconstrucción de la ciudad y con ese fin comisionó al capitán Jerónimo de Grados y Alonso de Monteros para que reclutaran mano de obra indígena en el Esequibo, pero con tan mala suerte que fueron capturados por los ingleses por cuya libertad pretendieron cobrar un rescate traducido en unos cuantos quintales de  tabaco en rama, renglón agrícola que se daba muy bien en las Misiones y que se comerciaba a través del puerto de Santo Tomás.
            Don Fernando como pudo reconstruyó la ciudad, reactivó la agricultura, el comercio, y abrigó proyectos de expansión y exploración que personalmente quiso plantear ante el Consejo de Indias a objeto de asegurar sostenidos recursos humanos y logísticos. Así que tan pronto se le presentó la ocasión, viajó a España, pero en la fase final del trayecto el barco que abordó fue atacado por Piratas moriscos que lo llevaron a Argel, tal cual como ocurrió en 1575 con Cervantes, autor de Don Quijote de la Mancha.  Allí cautivo y añorando a Guayana encontró la muerte.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Primera expedición por el Orinoco

23 de junio de1531.  En plena época de lluvia e inundaciones. Diego de Ordaz inicio contra corriente la penetración del Orinoco. Venciendo en cada escala la resistencia del aborigen, fue explorando y penetrando el inmenso curso de agua hasta llegar a la desembocadura del Meta y luego a las torrenteras de Carichana con una tripulación mermada en 80 hombres, extenuada y a punto de rebelión por el trato cruel y la inseguridad de un retorno cada vez más incierto.
            La voz ¡Uayana! ¡Uayana! Escuchada por Juan González durante la exploración previa vuelve a hender los aires de las bocas del Caroní y el Conquistador queda impresionado. Nunca más aquellos hombres de ultramar olvidarán la reiterada voz aborigen. Desde entonces Uayana o Guayana habrá de ser siempre para el mundo todo aquel inmenso territorio donde la Naturaleza recrea la fuerza eterna de su vitalidad.
            Más tarde, en el trayecto fluvial que sigue hasta el río Arauquita, no se oye otra voz aborigen que la de Urinoko y Orinoco será castellanizado conforme a la etimología primitiva: Ori; confluencia y Noco; lugar (lugar de confluencia). Orinoco será por sobre los otros nombres que seguirán después hasta sus cabeceras, incluyendo Uriaparia en el primer tramo de la navegación.
            Seis meses tardó en remontar unas 160 leguas del Orinoco y emprendió el regreso en Enero de 1531 favorecido por la corriente que lo puso en el. Fuerte de San Miguel de Paria en apenas  veinte días.  Regresaba hecho una ruina, sin poder siquiera recuperar lo invertido, producto de la riqueza lograda en Tasxichtlan. Retornaba con su gente mermada y enferma, cansada y ganosa de tirar la toalla como en efecto ocurrió. Muchos desertaron y para justificarse, lo acusaron ante el gobierno de Cubagua a cargo del Alcalde Pedro Ortiz Matienzo, quien le hizo juicio y trasladó preso  a la Audiencia de Santo Domingo.
            Allá, luego de consultada la Corte, fue absuelto y decidida la devolución de sus bienes. No conforme, quiso vindicar la conducta en su contra asumida por el Alcalde, llevándolo ante la Corte, pero en el curso de la navegación el Comendador murió y su cadáver lanzado al mar en un serón.
Extraido de: http://cronologiadelestadobolivar.blogspot.com/2012_12_01_archive.html en  fecha.19-02-2015.

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